martes, 4 de diciembre de 2012

Inicios en el crimen organizado

Los comienzos de Escobar en el crimen organizado se dieron lenta pero inexorablemente, y a lo largo de su carrera criminal, se valió de una extraña mezcla de violencia, sangre, paternalismo y filantropía para lograr sus fines. Mientras, por un lado, eliminaba sin piedad a sus competidores, ordenaba asesinatos, estimulaba intrigas o conspiraba contra figuras influyentes de la política o el gobierno, por el otro, regalaba sandwiches a los mendigos, erigía casas para los pobres de Medellín o construía canchas de fútbol para los niños de los tugurios, lo que le proporcionaba un fuerte apoyo popular en los barrios pobres de la ciudad.
Escobar comenzó con pequeños timos y hurtos. Al contrario de lo que se decía, no tenía un negocio de bicicletas ni robaba lápidas para revenderlas, ya que era creyente desde muy pequeño, al igual que su familia, y esto hacía que tuviese mucho respeto a los espíritus. Años más adelante construiría varias iglesias, campos de fútbol y reconstruiría la ciudad con los ingresos de la cocaina. A medida que fue creciendo se involucró con el hurto de autos en las calles de Medellín, pero pronto se involucró en el tráfico de marihuana hacia los Estados Unidos. Se le involucró en el secuestro y homicidio del industrial Diego Echavarría Misas en 1971, y del capo del narcotráfico Fabio Restrepo en 1975. Primero actuaba como intermediario que compraba la pasta de coca en Colombia, Bolivia y Perú, y luego vendiéndola a traficantes que la llevaban a Estados Unidos. En la década de 1970 se convirtió en una pieza clave para el tráfico internacional de cocaína. Asociado con Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Lehder, Jorge Luis Ochoa y sus hermanos Fabio y Juan David, fundó el Cártel de Medellín, aunque no se discutía su liderazgo en el grupo. Se adueñó de pistas, rutas, laboratorios y monopolizó el comercio ilegal desde la producción hasta el consumo.

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